Hola de nuevo, ya estoy por aquí otra vez. Voy a comenzar una nueva serie de entradas sobre un nuevo juego, por lo menos para mí, ya que, aunque tuve dudas al principio, al final me decidí a participar en el ks de Exploradores de las Profundidades Sombrías. Y fue todo un acierto, la verdad. El maquetado del libro es exquisito, como suele ser lo que publica HT Publishers. Es un juego, que si ya has jugado a Frostgrave te lo dominas en seguida. Fácil de aprender, perfecto para mi ajetreada vida y para jugar con la familia.
Y como no podía ser menos, he aprovechado que estoy de vacaciones navideñas y lo he estrenado. Además lo he estrenado con mi hijo pequeño, que también se estrena en el mundo de los wargames y, aunque es un poco pequeño, tiene 7 años, el juego le ha encantado. Como no dispongo de zombies ni ratas ni criaturas varias de mazmorreo y cosas así, las criaturas han salido de mi colección personal en plan cuenta como, pero basta de rollos y ¡Vamos al lío!
La misión era la primera del libro, La aldea abandonada, en ella los exploradores han ido a buscar pistas de un explorador desaparecido, Aventine, que se adentró en las Profundidades Sombrías y del que no se ha vuelto a saber nada.
Cada explorador iba acompañado por un par de compañeros, un espadachín y un pícaro en mi caso y un sabueso y un arcanista en el caso de mi hijo. Reunidos en el centro de la aldea y, temiéndose lo peor por el silencio que reinaba, se dividieron en dos grupos para explorar y recabar información.
Rápidamente criaturas de pesadilla surgieron de entre las casas y atacaron a los exploradores. Marina, la exploradora de mi hijo, se dirigió a una de las casas mientras sus compañeros se enfrentaban a la bestia zombie que se dirigía a ellos. Al otro lado de la aldea, Tatakai, mi explorador, hizo lo mismo y se dirigió a otra casa pero tuvieron que enfrentarse a otras criaturas que salieron a su encuentro.Hasta que no queda ninguna en pie.