Ania, mi hija de 8 años comenzó a mostrar interés por la pintura hace más o menos un año. Desde entonces se ha dedicado con entusiasmo a los pinceles cuando teníamos un ratejo. Tras "manchar" unas cuantas minis surgió la posibilidad de pintar una más seriamente. En su equipo de baloncesto decidieron hacer un amigo invisible con la condición de que lo hicieran los niños, nada de comprar o gastar dinero, la idea era que lo hiciesen ellos mismos.
Pues bien, como a la niña le gusta pintar, pues dicho y hecho, me puse a escarbar en la sagrada caja de restos y salió un lobo en su matriz. A mi hija le pareció bien, así que con una peana y un trozo de corteza de pino nos liamos a la faena.
Y este es el resultado, huelga decir que el orgullo paterno se disparó hasta romper la escala (hay una grieta sospechosa en el techo) Porque, aunque con técnicas sencillas, mi niña se esforzó mucho en conseguir algo bueno.
Espero que os guste a vosotros también.