160.M41
El atamán Víctor Duriakov caminaba , casi corría, por los corredores de la prisión, seguido por sus guardaespaldas y por una figura menuda que desprendía algo siniestro a su paso, más una sensación que algo tangible, pero no por ello menos real. Su respiración tenía parecía tener un sonido metálico de fondo y bajo la túnica se adivinaban unos andares mecánicos.
El mal se había extendido sin freno por el planeta, aún no estaba claro hasta dónde llegaban sus tentáculos. Pero sin duda la purga sería larga. Esa misma mañana ya había ejecutado a un buen amigo. Ahora era el turno del extranjero. Por aquellos derroteros discurría su mente cuando llegaron a la celda.
-Abran la puerta.
La celda era oscura, sin ningún accesorio ni mueble, sólo las paredes de cemento. El extranjero estaba tendido en el suelo, en cuanto se abrió la puerta los guardaespaldas lo cogieron sin ceremonias y lo pusieron de rodillas. Víctor se agachó y le susurró:
-Tu vida no me interesa, sólo tu mente y los conocimientos que posees. Cuando esos conocimientos estén en mi poder desearás haber muerto mil veces.
Víctor se giró al adepto:
-¿Cuanto tardará en extraerle la información?
-Depende de su fuerza de voluntad. 2 o 3 días, a lo sumo si no muere antes.
-Proceda.
El adepto se desembarazó de la túnica, dejó al descubierto dos brazos mecánicos equipados con inyectores y herramientas y se acercó al prisionero, que lo miraba con ojos desorbitados y jadeaba de terror....